He considerado importante presentar este libro para comprender mejor qué es Zuo Wang, es decir, el arte de la Meditación, el ir hacia dentro, es decir, hacer Qigong interno. Consuelo Martín expone el gran beneficio que podemos adquirir gracias a la práctica de la interiorización.
Llamamos silencio al preámbulo de la lucidez. Silenciar es acallar lo conocido, lo que ya ha caído en la confusión de los opuestos pensados. Por eso el silencio de las representaciones, de la interpretación relativa, es imprescindible para descubrir la plenitud de la lucidez. Y la lucidez no toma en cuenta el pasado. Es una conmoción, una revolución para la memoria repetitiva.
La astucia se mueve entre lo viejo ya sabido, la eficacia técnica también. Pero ahí, como en todo conocimiento empírico o sensorial, sólo encontramos, en un último análisis, cierto intercambio de datos que se relacionan según reglas, sean leyes lógicas, físicas o sociales.
Así las ciencias describen una interpretación de la realidad, entre las muchas posibles. Mientras que el silencio es una lúcida apertura real a lo desconocido.
El silencio es una música inteligente, callada sí, pero no muda.
Porque en el silencio surge la inteligencia creadora, esa fuerza trascendente e inmanente que transforma la existencia humana.
Y la plenitud del silencio se puede expresar en palabras que impulsen sentimientos y acciones en creación incesante. Pero vivirla es ante todo dejar paso a una revelación que es una revolución.
APRENDER A ESCUCHAR EL SILENCIO.
Al adentrarnos en el silencio se irá deshaciendo la visión relativa, el conocer como relación entre representaciones pensadas. Y es entonces cuando se descubrirá aquello que para el pensamiento relacional es imposible: la presencia de lo uno, la unidad de conciencia. Y eso es una revolución total en nuestra vida, abierta a la plenitud del ser.
Desde el silencio sabremos que todo lo que percibimos en el estado de conciencia dual no son sino maneras relativas de ver la única realidad absoluta. Mientras nos adentramos en el silencio dejaremos los métodos y los esfuerzos para conseguir ser algo en particular o vivir mejor. Y ha de ser así porque el silencio no es una cosa que pueda conocerse y adquirirse en el mercado de las convenciones ya sabidas y repetidas.
Aprender a escuchar el silencio es aprender a ser y vivir con autenticidad. Sólo lo auténtico es bello, por lo que la vida vivida desde la contemplación silenciosa de lo real es expresión espontánea de la belleza.
LA BELLEZA DEL SILENCIO
El silencio hace posible la melodía de la belleza, una melodía siempre viva pero habitualmente oculta tras las inquietudes que forman el ruido psicológico. Mientras escuchamos música aprendemos a escuchar el silencio, tamizado por el tiempo.
Los momentos de temporalidad inteligentemente seleccionados por los sonidos, destacan el silencio profundo que subyace en lo atemporal. Entonces el tiempo adquiere una dimensión nueva: la de la armonía y la belleza que inmoviliza nuestro ajetreo pensante.
Hablamos del arte nacido de la inspiración. Pero la belleza de lo real, la verdadera melodía de nuestro ser aún no se ha escuchado. Ni nadie podrá hacerlo jamás, ya que para escucharla es necesario serla y antes de que eso suceda ha tenido que desaparecer el “alguien”, el yo separado. La verdadera música del silencio estará siempre por descubrir hasta que se produzca la revolución primordial: la disolución del yo separado en la belleza de la verdad.
Vivimos la belleza por alusiones a través del arte, la poesía o alguna situación puntual del vivir que nos empuje a dejar de soñar. Pero no podemos escuchar directamente la melodía del silencio sin desaparecer junto con nuestro mundo pensado.
El aprendizaje es una atención vigilante, es escuchar la plenitud del ser allí donde parece que nada hay. Donde no aparecen cosas en que pensar, la presencia de lo verdadero se revela como único.
Este texto es un homenaje para dar a conocer un libro llamado “La Revolución del Silencio”, escrito por Consuelo Martín, doctora en Filosofía. Mediante su prosa poética transmite verdades trascendentes.